Por: Denia León
Cuando escuchamos al Presidente Juan Orlando Hernández que “Honduras está cambiando” nos parece que es un optimista, un soñador o que nos quiere engañar con sus predicciones porque persiste entre los hondureños, una visión pesimista en lo que respecta al futuro económico y social del país, pero especialmente, existe una visión negativa sobre la clase política que está representada en el Congreso Nacional.
Lelección de los magistrados a la Corte Suprema de Justicia en muy poco ha abonado a mejorar esta imagen negativa sobre ese poder del Estado, ya que hasta el momento, aunque el proceso luce transparente, está empantanado por falta de consensos entre el Partido Nacional y las fuerzas políticas emergentes representadas por el PAC y Libre lo que ha degenerado en una especie de “circo político” donde impera la changoneta y el desorden.
El Partido Nacional, aunque aún tiene recursos a su alcance para negociar con la oposición, los resultados en el Congreso Nacional nos indican que ha sido inflexible en sus posiciones lo cual ha generado como resultado, una corte incompleta que amenaza la gobernabilidad del país.
Es por ello, que no deben ignorarse a las principales fuerzas opositoras representadas por Libre y PAC porque en este momento, son el “fiel de la balanza” a pesar que algunos de sus diputados, exhiben posiciones extremas que tampoco abonan hacia un diálogo “abierto y sincero” como pregonan querer entablar con los nacionalistas.
Pero independientemente de sus actitudes extremas no puede desconocerse, que han aprovechado hábilmente la coyuntura política de la elección de los magistrados a la Corte Suprema de Justicia para obligar al Partido Nacional, a negociar reformas electorales que de otra forma, hubiera sido difícil llevarlas al tapete de las discusiones políticas.
Es por ello, que resulta comprensible que desde la perspectiva política de la oposición, reclamen una representación tanto en el Tribunal Supremo Electoral como en el Registro Nacional de las Personas pues está claro, que esos organismos no son apolíticos ya que responden a los intereses políticos partidarios del bipartidismo y especialmente del Partido Nacional.
En toda esta lucha política, evidentemente son los nacionalistas los que se han llevado la peor parte, pues el Partido Liberal ha obtenido la mejor “tajada del pastel” ya que ha logrado una representación importante ante la CSJ aunque no se ha logrado el objetivo de conformar la nómina completa de magistrados por lo que su triunfo está ligado a la suerte de los nacionalistas.
Pero si bien es cierto, la suerte de liberales y nacionalistas está unida por sus acuerdos mutuos, este relativo triunfo del Partido Liberal les ha dado fuerzas para apoyar algunas de las pretensiones de Libre y PAC tal como la encaminada a eliminar las reformas concernientes a la reelección presidencial aunque la balanza podría inclinarse por regular tales reformas porque favorecería las aspiraciones políticas del mandatario aunque a su vez beneficiaría también al expresidente Manuel Zelaya Rosales quien aún cuando públicamente manifiesta su apoyo al PAC que se inclina por la eliminación de tales reformas políticas, no descarta las posibilidades de lanzarse al ruedo político en su búsqueda de la Presidencia de la República.
Por otra parte, la oposición tiene en su agenda de negociaciones el tema del voto electrónico que supuestamente transparentará el proceso electoral y simultáneamente le apuestan a una segunda vuelta electoral en la que participarían únicamente los partidos mayoritarios. Estos temas son sensitivos porque obligarían al Partido Nacional a salirse de su zona de confort y ubicarse en una posición más vulnerable frente a sus adversarios políticos por lo que serán difíciles de consensuar a menos que la elección de la Corte Suprema de Justicia, trascienda sus intereses partidarios.
Pero si bien es cierto la oposición tiene aparentemente el “sartén por el mango”, no debería “tensar demasiado el arco” porque podrían perder relevancia en todo este proceso tal como quedó demostrado cuando dos diputados de estas bancadas adoptaron posiciones “independientes” y se logró elegir ocho de los quince magistrados propuestos por el bipartidismo.
Es por ello, que alargar indefinidamente la selección de los magistrados a la CSJ no es una garantía de triunfo para estos partidos de oposición porque se desconocen los ”ases que tienen bajo la manga” el Partido Nacional, sin embargo, tampoco conviene al Partido Nacional, esperar hasta que se “desgrane la oposición” en el parlamento por lo que resulta lógico suponer, que si el gobierno no logra cooptar los diputados disidentes de la oposición, facilitarán el camino de la gobernabilidad cediendo en algunas reformas electorales o cambiando algunos aspirantes a magistrados de su nómina oficial quienes pese a sus esfuerzos, no han sido apoyados aún por algunos diputados dentro de su propia bancada.
En todo este juego político no hay que ver una sola cara de la moneda; hay que ver las dos caras de esa moneda para ganar o perder con dignidad.
