Trump impone el nacionalismo radical en su gabinete

Google+ Pinterest LinkedIn Tumblr +

Mi Opinión.

No es de extrañar que el presidente Donald Trump oriente su gabinete de gobierno hacia la derecha extrema con personajes de línea dura y que lleve a los Estados Unidos por el camino de una confrontación bélica que más parece intimidatoria que real.

Los países aliados  al capitalismo ,  pareciera que no les preocupa tanto el  comunismo porque tienen un enemigo más real: el terrorismo internacional. Es por ello, que Europa que ha sido de tendencia centro izquierda, inclina su balanza hacia la derecha y aunque pudiera desaprobar el  esquema ultraderechista de Trump, lo avalan con la esperanza que se debilite el Estado Islámico y cesen los ataques terroristas a estos países del antiguo continente.

Por otra parte, el Oriente Medio,  se encuentra entre la espada y la pared ya sea  buscando apoyo  de EEUU o el de  Rusia,   Israél se siente fortalecido con el apoyo de Trump pero los palestinos se sienten amenazado con el poderío militar israelita así mismo,  otros países vecinos, sufren  el constante acoso del Estado Islámico que no cesa en sus ataques terroristas y de intimidación.

El temor generalizado  de que Trump lleve al mundo a una tercera guerra mundial que para muchos ya ha empezado, tiene más un tinte económico que político o ideológico. Es por ello, que observamos que a las potencias como China y  Japón y las emergentes como India, la estrategia que les aplican es una política económica impositiva con el fin de  frenar el expansionismo del comercio asiático y equilibrar la balanza comercial de los EEUU..

Por otro lado Trump, expande una política racista hacia sus “vecinos indeseables” con los que también tiene fines comerciales,   por un lado México vive con una “espada de Damocles sobre su cabeza” al ser amenazado de sufrir  incautaciones en sus remesas familiares las que se esperan que terminarán en un tasa impositiva sobre las mismas cuyos fondos serán destinados para cumplir el sueño de  Trump de financiar el famoso muro entre ambas  fronteras.

Así mismo,  los países más pobres e indeseables que están en la periferia de sus fronteras, se les está  aplicando  la política económica del “rastrillo”  que implica la aplicación de las recomendaciones de la “Hora de Washington”, es decir, una supuesta  política de  transparencia encaminada al enjuiciamiento a narcotraficantes y deportaciones de líderes corruptos lo cual implicará las  incautaciones de  sus propiedades, el cierre de bancos bajo la acusación de lavadores de activos y la apropiación de  ahorros en efectivo guardados en el exterior bajo el supuesto de ser producto de negociaciones ilícitas.

La política confiscatoria  de Trump no es otra cosa, que  la consecuencia de sus promesas electorales, pues al disminuir los impuestos para  dinamizar la economía de los Estados Unidos, ha tenido que aplicar una política económica  confiscatoria e impositiva hacia el exterior, retornando a la época del imperio romano donde a los pueblos con los que comercializaba se les  exigían tributos o se les amenazaba con guerras y a los sometidos, se les confiscaban propiedadespara llenar las arcas del Estado y de esa forma,  devolverle el esplendor y la gloria al imperio que con el paso del tiempo tendía a perder terreno y poderío internacional tal como ha sucedido con EEUU.

En función del pensamiento de Trump si se quiere paz se les ofrece armamento y si se exceden en el armamento, se les exigen  tributos.

Denia León

Publicado por El País. España./JAN MARTÍNEZ AHRENS

El presidente eleva a los halcones Pompeo, Bolton y Navarro, y desmantela el ala moderada. Corea del Norte e Irán son los campos de prueba de la nueva línea dura.

Antes del salto, un paso atrás. Donald Trump, después de 14 meses de mandato, ha vuelto a sus orígenes. Con la sustitución del general Herbert R. McMaster por el halcón John Bolton en el Consejo de Seguridad Nacional, el presidente de EEUU ha completado una larga y dolorosa crisis gubernamental destinada a desmantelar el ala moderada de la Casa Blanca y poner en marcha los enunciados más radicales de su agenda nacionalista. Irán y Corea del Norte serán los primeros campos de prueba de esta nueva e incierta era.

El vértigo es la medida de la Casa Blanca. Los ceses y destituciones son constantes. El carrusel arrancó en febrero de 2016 con el consejero de Seguridad Nacional, Michael Flynn, quien sólo duró 24 días en el cargo. Desde entonces, no ha bajado de intensidad. La tasa de reemplazo en los altos cargos supera el 43% y es la mayor de la historia reciente de EEUU. Y no hay quien se libre. Han caído desde el tenebroso estratega jefe, Steve Bannon, y el jefe de abogados de la trama rusa, John Dowd, hasta la leal y silenciosa directora de Comunicación, Hope Hicks.

Pero en el caos se advierte una tendencia. El presidente no solo prescinde sin dilación de quienes le estorban, sino que, paso a paso, ha configurado un gabinete a su imagen y semejanza. Una Casa Blanca poblada de figuras extremas y acopladas ideológicamente a su comandante en jefe. Ese ha sido el principal resultado de su crisis de gobierno.

La purga de los moderados empezó a principios de mes con la caída del consejero económico, Gary Cohn. Opuesto a la guerra arancelaria con Europa y China, este banquero de Wall Street prefirió dimitir antes que verse obligado a defender el pulso aislacionista. Su salida, aparte de acabar con el único miembro del gabinete capaz de enmendar en público a Trump, evidenció la victoria del oscuro y ultranacionalista director del Consejo Nacional de Comercio, Peter Navarro. Un economista obsesionado con el déficit comercial, que ahora mismo se ha puesto al frente de la batalla tarifaria contra Europa y China. “Somos víctimas de una agresión y debemos responder”, señaló este jueves a un grupo de periodistas.

El segundo golpe llegó con la destitución fulminante del secretario de Estado, Rex Tillerson. Un mazazo anunciado por Twitter que dejó clara la orientación que Trump quería darle a la diplomacia estadounidense. Durante meses, el antiguo patrón de Exxon había intentado atemperar la cólera presidencial. Se había opuesto a la salida del Acuerdo de París contra el cambio climático, había criticado la complacencia de la Casa Blanca con Vladímir Putin, había frenado a los halcones en el caso contra Corea del Norte y había luchado por mantener vivo el pacto nuclear con Irán. Todo eso saltó por los aires el 14 de marzo con su despido y la designación del director de la CIA, Mike Pompeo, como su futuro sustituto.

Pompeo y Bolton, junto con Navarro, forman ahora la triada emergente en la Casa Blanca. Solo resiste el secretario de Defensa, el teniente general James Mattis. Amparado en su enorme prestigio militar, el jefe del Pentágono es considerado el último moderado. Pero su capacidad de maniobra, con los nombramientos y la nueva orientación política, se ha debilitado. “Hay pocas personas más apropiadas para llevar al país a una guerra que Bolton. Junto con la designación de Pompeo, Trump está dejándose llevar por sus peores instintos nacionalistas”, ha editorializado The New York Times.

El pasado de Bolton en la Administración de George Bush hijo le avala como un belicista nato. Defendió la invasión de Irak y ahora mismo se declara favorable a una intervención en Corea del Norte si en el cara a cara de mayo no hay desnuclearización inmediata. Tampoco el pacto con Irán, uno de los mayores logros de la era Obama, le convence. Locuaz y muy dado a esquematismo, su perfil de se aproxima mucho al del primer consejero de Seguridad Nacional, Michael Flynn, un general de reflexiones cortas y respuestas incendiarias. El estilo que le gusta a Trump.

Share.

About Author

1 comentario

  1. I have checked your page and i’ve found some duplicate content, that’s why you don’t rank high in google, but there is
    a tool that can help you to create 100% unique content, search for: boorfe’s tips unlimited
    content

Leave A Reply

Copy Protected by Chetan's WP-Copyprotect.
A %d blogueros les gusta esto: