Una movilización histórica: marchas desbordan las ciudades exigiendo reforzar el control de las armas

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Mi Opinión.

Se inició como un pequeño movimiento de solidaridad con los estudiantes que fallecieron en la masacre de Parkland y han logrado con el paso del tiempo, el apoyo de cientos de miles de personas que protestan en las calles contra lo que denominan la  cultura de las armas de fuego.

Como lo acepta en uno de sus informes el FBI el perfil de los que han perpetrado estas masacres en diferentes escuelas norteamericanas no son negros ni latinos , son blancos, jóvenes de clase media  que pertenecen a la sociedad norteamericana y que tienen problemas sicológicos ya sea influenciados por el abandono de sus padres más que por las drogas o el alcohol.

El gobierno norteamericano ante la presión que ejercen los estudiantes a nivel nacional e internacional pues  trasciende sus fronteras, se enfrenta a un dilema por una parte, la presión crece entre la población que le exige, mayor seguridad en los centros de enseñanza , en los lugares de recreación y en sus propias viviendas mediante el establecimiento de  controles en la venta de armas de fuego e investigación sobre el perfil de sus clientes lo que implica, restricciones al negocio armamentista e inversión en seguridad en un negocio que ha gozado de libertad absoluta pues mueve millones de dólares anualmente en el mundo entero y especialmente en los Estados Unidos de norteamérica.

Por otra parte, el gobierno del presidente Trump tiene que enfrentarse a un poderoso  negocio armamentista que no resulta un hueso fácil de roer pues ha demostrado a lo largo de los años, su poderío económico, su influencia política y su capacidad de penetrar en la cultura norteamericana donde el armamentismo desde muy temprana edad es parte esencial en la vida de  los estadounidenses..

Pero todo  indica, que de continuar la presión de los estudiantes, Trump tendrá que ingeniárselas para quedar bien con Dios y con el Diablo porque aquí no se trata de un tema racial que agrada a un fuerte sector de la sociedad norteamericana es un tema de conciencia nacional ya que los que provocan estas masacres, no hacen distinción entre negros, latinos o blancos.

Denia León

El Nuevo Herald/POR DANIEL SHOER ROTH.

Convocados por estudiantes sobrevivientes de la masacre en Parkland sedientos de cambio ante la epidemia de la violencia armada en Estados Unidos, decenas de miles de manifestantes protestaron el sábado en Washington, el Sur de la Florida y el resto del país contra la cultura de las armas de fuego y las laxas regulaciones para su adquisición en Estados Unidos.

Bajo la consigna “Marcha por Nuestras Vidas”, jóvenes acostumbrados ya a la triste amenaza de tiroteos en sus escuelas se unieron en un grito contra la inacción de la clase política, exigiendo que sus vidas y seguridad se conviertan en prioridades para acabar con la impunidad de la violencia armada.

Garrett Knobel y Sammy Feuerman, estudiantes de la secundaria Marjory Stoneman Douglas, de 18 y 17 años respectivamente, no podían dejar de pensar en su amigo Joaquín Oliver, una de las víctimas mortales del tiroteo en su recinto escolar, mientras esperaban al lado del escenario de la Marcha en Washington, que excedió por mucho las predicciones de 300,000 participantes.

Si Oliver, el joven venezolano, hubiese sobrevivido, también él estaría allí luchando para que el Estado imponga mayores restricciones y regulación a la venta de armas, dijeron sus compañeros.

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Espectadores desde el balcón del Newseum, en Washington, observan a los manifestantes el 24 de marzo en Pennsylvania Avenue durante la protesta para pedir mayor control de las armas en EEUU.
Jose Luis Magana AP

“Él siempre fue un activista. Siempre quiso cambiar el mundo”, comentó Feuerman. “Vamos a cambiar el mundo en su nombre”.

Knobel estuvo de acuerdo. “Quiero asegurarme de que murió para cambiar el mundo y sinceramente por eso estoy aquí”, subrayó.

Con pancartas que decían “Somos el cambio”, “Se acabó el silencio” y “Fuera la NRA de la política”, los manifestantes se congregaron en Pennsylvania Avenue desde el proscenio cerca del Capitolio hasta la Casa Blanca. La ruta pasa además junto al Trump International Hotel. El presidente Donald Trump estaba en Florida el fin de semana.

Los oradores más ovacionados en Washington fueron los sobrevivientes de la masacre del mes pasado en la secundaria en Parkland.

“Súmense a nosotros o preocúpense, porque los electores van a hablar”, dijo Cameron Kasky, sobreviviente de esa matanza.

David Hogg, otro de los sobrevivientes, dijo a la multitud que “podemos y vamos a cambiar este mundo”. “¡Haremos de esto una cuestión electoral!”, dijo el joven líder de la marcha.

En el escenario principal, en el centro de Washington, los oradores se alternaban al micrófono con presentaciones de músicos como Ariana Grande, Demi Lovato, Miley Cyrus y Jennifer Hudson, quien perdió a su madre y un hermano en un tiroteo en Chicago en 2008.

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En el epicentro de la tragedia

Decenas de miles de personas frustradas y coléricas se congregaron también en Parkland, Florida, donde nació el mayor movimiento contra la violencia tras la masacre del pasado Día de San Valentín, donde murieron 17 personas.

Los ojos de muchos se llenaron de lágrimas y les faltaban las palabras para definir el dolor, pero sí mostraban un enardecido sentido de comunidad, al canto del eslogan “Enough is enough” (Basta ya).

Pasado el mediodía, una multitud de activistas -muchos de ellos estudiantes de secundaria- iniciaron una emotiva y bulliciosa marcha hacia la secundaria Stoneman Douglas. Gritaban consignas como “Hagan que las escuelas sean seguras de nuevo”, y agitaban pancartas implorando a los legisladores a “Proteger a los niños, no a las armas”.

Caminando lenta y sigilosamente entre la multitud, Steve Edelstein, de 75 años, evocó las protestas contra la Guerra de Vietnam. La diferencia, observó, es que este movimiento está mejor organizado.

Presión a los políticos

Aconsejó a los jóvenes mantener una presión constante sobre los legisladores. “Ser más activo que mi generación y la generación de sus padres”, sugirió.

Andrea Friedman, prima de Nicholas Dworet, un estudiante de Stoneman Douglas que falleció, sostenía un letrero festejando el cumpleaños del familiar difunto, quien el sábado cumpliría la mayoría de edad.

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Activistas que abogan por un mayor control en la tenencia y adquisición de armas de fuego reclaman en Washington restricciones, motivados por la vitalidad y el idealismo de la juventud.
MICHAEL REYNOLDS EFE

Friedman es una enfermera de quimioterapia de 64 años que vive cerca del la escuela. Estaba sorprendida por la cantidad de personas que acudieron a la convocatoria.

“Es muy alentador ver la apatía transformarse en activismo”, afirmó. “Es reconfortante y muy doloroso al mismo tiempo”.

Un nuevo sondeo The Associated Press-NORC Center for Public Affairs Research encontró que 69 por ciento de los estadounidenses piensan que las leyes de control de armas en el país deben ser más estrictas.

Formalmente, la “Marcha por Nuestras Vidas” pide la prohibición tanto a la comercialización de rifles de asalto como la venta libre de cargadores para armas semiautomáticas, así como el refuerzo de los controles de antecedentes de las personas interesadas en comprar armas.

Solidaridad mundial

FRANCIA
Una mujer protesta cerca de la emblemáticaTorre Eiffel en apoyo al movimiento de la “Marcha por Nuestras Vidas” desde París, el 24 de marzo de 2018.
CHRISTOPHE PETIT TESSON EFE

Cientos de manifestantes al otro lado del Atlántico, en ciudades como Tokio, Roma y Berlín, se sumaron a la movilización histórica que ocupó el sábado grandes centros urbanos norteamericanos.

Las marchas repercutieron hasta en la Torre Eiffel, donde un centenar de estadounidenses y franceses, jóvenes y adultos, exigieron que se endurezca la ley de posesión de armas en Estados Unidos.

Caitlin Waters, una organizadora de la marcha en París, dijo que “es importante que los estadounidenses incluso en el extranjero hagan saber a Washington que no estamos satisfechos con la reforma de control de armas y queremos más”.

Francia misma estaba estremecida el sábado tras un ataque extremista que dejó cuatro muertos el día anterior.

Los familiares de las víctimas de un tiroteo escolar letal en Escocia, en 1996, se encontraban entre los que protestaban fuera del consulado estadounidense en Edimburgo.

“No entiendo por qué la libertad de poseer un arma se considera más importante que ver crecer a tus nietos o sentirte seguro cuando vas a ver una película en el cine”, comentó Catherine Wilson, quien perdió a una hermana en aquella matanza.

Los reporteros del Miami Herald Kyra Gurney y Martin Vassolo, así como los servicios cablegráficos de el Nuevo Herald, colaboraron en su elaboración.

 

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