La fiebre de la corrupción

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Por: Denia León

Lord Acton político e historiador inglés del siglo XIX fue el que acuñó la célebre frase: “El poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente” y concluía: “Los grandes hombres son casi siempre malas personas”.

Esos grandes hombres puede que no siempre sean malas personas como pensaba Lord Acton pero generalmente se corrompen cuando concentran demasiado poder nulificando los demás poderes del Estado o sometiéndolos a sus exigencias.

Los países pobres de Latinoamérica generalmente son gobernados por sistemas presidencialistas, corruptibles e impunes, que nulifican los contrapesos y se apoyan en pueblos con escasa cultura democrática sin embargo, con el avance de las redes sociales, las masas parecen despertar ya que es difícil ocultar la corrupción y disimular la impunidad.

Honduras tradicionalmente ha vivido bombardeado por denuncias de corrupción e impunidad pero la clase media y especialmente los jóvenes, habían permanecido impasibles sin embargo, la falta de oportunidades de trabajo y la crisis económica que se vive en el país, ha provocado un despertar de los mismos convirtiéndose en guías de las masas.

Es por eso, que el discurso de las protestas ha cambiado, en las “marchas de las antorchas”, se exige al gobierno, justicia, transparencia, cese a la impunidad y a la corrupción así mismo, propugnan por cambios en el Congreso Nacional, en los órganos judiciales, en la Ley Electoral a fin de impedir la reelección presidencial, las reelecciones de diputados y alcaldes a perpetuidad y la transparencia en el financiamiento de las campañas políticas.

Situación similar ha ocurrido en México, el presidente Enrique Peña Nieto se encuentra ante una avalancha de denuncias de corrupción y violación a los derechos humanos que lo obligan a tratar de aplicar la justicia en el caso de las 22 personas muertas en Tlatlaya, estado de México, así mismo, se le exige, investigar la desaparición de 43 estudiantes de la escuela rural de Ayotzinapa en Guerrero y sobre todo,  aclarar las denuncias de corrupción de su gobierno, en las que involucran a la primera dama de la nación Angélica Rivera y al Grupo Higa con el asunto de “Casa Blanca” así como los contratos millonarios que el Estado les ha otorgado y cancelarlos.

Perú también enfrenta una situación similar a la de México. La esposa del presidente Ollanta Humala, Nadine Heredia después de las elecciones generales fue investigada por lavado de activos relacionados con el desvío de aportaciones destinados a la campaña política del Partido Nacionalista (del cual es ahora la presidenta) a su cuenta personal. En el 2015 nuevamente Heredia enfrenta denuncias que la vinculan con las actividades empresariales del exjefe de campaña Martín Balaunde Lossio  a quien se le asocia con una organización criminal por lo que se encuentra refugiado en La Paz, Bolivia  mientras tanto, el presidente Ollanta Humala Tasso, pierde popularidad por el proyecto minero Tía María por lo que ambos, han cedido espacios políticos.

Guatemala es otro país que ha permanecido en el “ojo del huracán” desde que en abril del 2015 comenzaron las denuncias de corrupción en las que se involucraba a la exvicepresidenta  Roxana Baldetti a quien se le relacionaba con una red de defraudación aduanera. Esto provocó masivas marchas en las calles que presionaron por su renuncia el 8 de mayo de este año. Para calmar las aguas, el presidente Otto Pérez quien está por finalizar su mandato, ha efectuado cambios en su gabinete de gobierno pero  las marchas crecen exigiendo: depuración del Poder Judicial, el Legislativo, cambios en la Ley Electoral y transparencia en las compras y contrataciones que se efectuaron en instituciones como el Seguro Social.

La presidenta Michelle Bachellet no se ha escapado a esta vorágine de escándalos de corrupción. En marzo del 2015 mientras vacacionaba, la Fiscalía acompañada de los carabineros allanaron la casa de su hijo, Sebastián Dávalos y de su esposa Natalia Compagnon, acusados de participar en un millonario negocio inmobiliario que involucraba tráfico de influencias y especulación de bienes. La presidenta ha tenido  que aceptar que su hijo y nuera tendrán que enfrentar la justicia chilena mientras tanto, bajan sus niveles de popularidad y aunque trata de recuperar la confianza del pueblo promoviendo una nueva Constitución y una nueva Ley Electoral, el daño está hecho.

En Argentina, Cristina Fernández de Kirchner al  finalizar su segundo mandato presidencial continúa siendo denunciada por actos de corrupción y lavado de dinero clandestino, mientras en Venezuela, Nicolás Maduro se tambalea por problemas políticos y económicos que mantienen divididos a los venezolanos y a su esposa, la primera dama Cilia Flores, la acusan de nepotismo familiar.

Estas protestas fomentadas por las redes sociales se han vuelto virales, la pobreza, falta de oportunidades y la “fiebre de la corrupción e impunidad” que consume a funcionarios y empresarios son el mejor caldo de cultivo.

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