Por: Denia León
El 20 de enero se llevaron a cabo los actos de investidura del cuadragésimo quinto presidente de los EE UU, Donald Trump, con el cual se supone, comenzará una nueva era nacionalista en ese país que impactará en el mundo entero.
El día de su juramentación, muchos esperaban ansiosamente que ocurriera algo espectacular pero todo transcurrió con normalidad, Trump después de convertirse en Presidente de su país, tuvo el valor de caminar por las calles de la famosa Avenida Pensilvania sin que su integridad personal o la de su familia sufriera daño alguno como se había pronosticado.
Su discurso inaugural fue coherente con sus promesas de campaña, pero intentó ser conciliador aunque al llegar a la Casa Blanca, firmó decretos controversiales que ya se sabe, tendrán que ser debatidos en otras instancias donde no tiene precisamente el Ejecutivo el control para convertirlos en leyes y llevarlos a la práctica.
Los indicadores de los mercados, pese a las especulaciones que generaron los virulentos discursos de Trump, han continuado ascendiendo moderadamente, lo cual demuestra que a nivel internacional, todos confían en el capitalismo y el sistema democrático norteamericano.
Y aunque a sus cercanos vecinos los mexicanos les ha afectado el descenso del peso mexicano y les preocupa que Trump impida que empresas norteamericanas inviertan en territorio mexicano, este país ha logrado salirle al paso, dando a conocer la posibilidad de recibir mayores inversiones del continente asiático, lo cual demuestra que en política y economía los vacíos no existen y tampoco los enemigos pequeños.
Trump pareciera que ante la compleja situación internacional, no le quedará otro camino que continuar con su discurso antilatinoamericano, pues estos son países, que no representan un peligro real tanto política como económicamente para Norteamérica.
Es por ello, que sin importarle la opinión desfavorable que genera entre sus vecinos, continúa adelante con su discurso de la construcción de un muro en la frontera con México con el supuesto fin de frenar la migración de ilegales y de pandillas procedentes de El Salvador. Algunos analistas que conocen a profundidad las implicaciones que tendrán sus decisiones, son de la opinión que Trump solo logrará con esta medida, fortalecer al otro lado de sus fronteras, los carteles del narcotráfico que amenazan a EE UU y que al muro como solo le faltan algunos pedazos que se han quedado pendientes de construir, no le será difícil terminarlo aunque estos países eventualmente no le aportarán un cinco.
Así que lo preocupante tanto para los mexicanos como centroamericanos exceptuando a Costa Rica, es que Trump, se salga con la suya de imponer un impuesto a las remesas familiares, porque afectaría a estos países especialmente a Honduras, cuya columna vertebral de su economía la constituyen las remesas familiares. En relación a los tratados de libre comercio, aunque han favorecido en alguna medida el intercambio de bienes y servicios en sí, son más favorables a EE UU y por último, la ayuda humanitaria norteamericana, tampoco debe ser motivo de preocupación para estos países porque prácticamente ha desaparecido.
Pero si se analiza el discurso de Trump desde los intereses norteamericanos, su apoyo aunque es confuso y con opiniones divididas, no existe duda, que en su mayoría les suena a perlas ya que les promete seguridad y reducción de impuestos aunque a los pobres les preocupe quedarse sin protección en salud, pero a la clase media que promueve las protestas, en su mayoría, no les afectará la eliminación de un impuesto adicional que en 10 años se calcula que alcanzaría el trillón de dólares.
Pese a ello, a los norteamericanos les han de quedar diversas interrogantes que afectan sus finanzas y su orgullo nacional: Cómo logrará Trump en el corto tiempo, reducir los impuestos y a su vez, que EE UU salga de esa monstruosa deuda pública que se estima en casi 20 trillones de dólares? Frenará el gobierno de Trump el gasto público evitando más guerras en el Medio Oriente que a Obama le costaron alrededor de 3.6 trillones de dólares? Qué pasará con la industria armamentista? Cómo cubrirá el déficit comercial si el 2016 fue de 677 billones de dólares? Qué pasará con el liderazgo de EE UU a nivel internacional? y, dejará Trump que Putin les coma el mandado en el Medio Oriente?
Asimismo, les debe preocupar a los inversionistas, cómo logrará Trump que se repatríen los capitales? Les dará mayores incentivos favoreciendo al capitalismo? Bastará con revisar los tratados de libre comercio para revertir la globalización de los mercados? Sus proyectos de nacionalización no conducirán a un gobierno populista que afecte la inversión? Quién llenará los vacíos políticos y económicos que pretende dejar Trump entre sus vecinos pobres?
Y finalmente, podrá Trump frenar la avalancha que ha desatado? Solo el tiempo lo dirá…
