El FMI cree que España será el país desarrollado más golpeado por el virus

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La economía española será, junto a la italiana, la que más sufrirá el golpe de la pandemia entre los países desarrollados

Este 2020 quedará marcado a fuego en las estadísticas. España será, junto con Italia, el país desarrollado más castigado por la pandemia: el PIB caerá un 12,8%, el mayor retroceso desde la Guerra Civil, según el Fondo Monetario internacional (FMI). El organismo actualizó este miércoles sus previsiones y recortó en casi cinco puntos sus anteriores pronósticos sobre la economía española. Se trata de la mayor revisión a la baja, solo superada por Francia, entre el club de las naciones más ricas. La nota positiva es que el Fondo también augura un rebote más generoso en 2021, del 6,3%, dos puntos más que lo estimado en abril.

Hace tan solo unos meses las actualizaciones sobre la marcha de la economía giraban en torno a décimas. Ahora, tras la irrupción de la pandemia, los pronósticos se han convertido en una montaña rusa. El FMI revisó este miércoles a la baja sus estimaciones globales para 2020: el PIB del conjunto de los países avanzados retrocederá un 8%, casi dos puntos más de lo que el Fondo había previsto en su anterior informe de abril. Pero la intensidad del batacazo no será homogénea.

España e Italia destacan por la magnitud del golpe: sus economías retrocederán un 12,8% en 2020 y serán las dos más castigadas del Viejo Continente. Para España, se trata de la mayor caída en casi un siglo, desde la Guerra Civil —entonces fue del 26,8%—, incluso superior al desplome acumulado en un lustro de Gran Recesión. Para ponerlo en contexto, la merma llegaría a rozar los 160.000 millones, calculada en función del PIB del cierre de 2019. Esta cifra es mayor a la factura que el Estado pagó en 2019 para todas las pensiones públicas.

El PIB de Alemania, por su parte, se contraerá un 7,8%, y el del Reino Unido un 10,2%. En todos los casos, el Fondo ha revisado a la baja sus estimaciones, aunque para España el recorte ha sido más duro, con una diferencia de 4,8 puntos con respecto a las previsiones de abril. Solo Francia ha sufrido una actualización más severa: del 7,2% de hace dos meses al 12,5% estimado ahora.

Pero hay otra cara de la moneda: tras el fuerte desplome de este año, también la recuperación para 2021 será mayor a la prevista inicialmente. La economía española repuntará un 6,3%, frente al 4,3% avanzado en abril. También en este caso se trata del mayor rebote entre los países desarrollados —el Reino Unido e Italia avanzarán con la misma intensidad—, solo superado por Francia, cuyo PIB dará un salto del 7,3% el año que viene. El Gobierno español estimaba, por su parte, una caída más moderada para este año, del 9,2%, y un avance más generoso, del 6,8%, para el que viene.

Las razones de la actualización tan profunda del FMI sobre el desempeño de la economía española en los próximos dos años hay que buscarlas en distintos factores, algunos vinculados a las características del confinamiento y otros a la misma estructura de la economía española. El Gobierno decidió imponer unas medidas más estrictas que sus vecinos para evitar la expansión del virus, según explica un estudio de la Universidad de Oxford, y tardó más tiempo en reabrir la actividad. Por el otro lado, el tejido productivo conformado en más de un 95% por pymes —que tienen menos músculo para sortear las crisis— y fuertemente dependiente del turismo —representa cerca del 12% del PIB y fue uno de los sectores más castigados por la hibernación de la economía— hace que sea más difícil encajar el golpe y magnifica cualquier sacudida.

El Banco de España lo dejó claro en un documento que publicó la semana pasada, en el cual estimaba que la caída de la actividad en las primeras dos semanas de confinamiento fue del 34%, frente a la media del 21% de la eurozona. El sector servicios —que tiene un peso superior al de la media de los países de la moneda común— retrocedió un 50%, y la categoría que agrupa a comercio, transporte y hostelería se hundió un 71%.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, reconoció este miércoles que “las previsiones económicas vaticinan un horizonte sombrío”, en referencia a la actualización del FMI. El Fondo no es sin embargo el único organismo que ha dado un giro de 180 grados en sus previsiones. Todas las instituciones y casas de análisis han tenido que revisar sus cálculos ante la enorme incertidumbre que genera esta crisis, que poco comparte con la de 2008. Es distinta su naturaleza, sanitaria y no financiera, la intensidad de su impacto, que se espera repentino tanto en el golpe como en el rebote, y también la rapidez y la magnitud de la respuesta que los Estados están dando para contener los daños. España, al igual que las demás economías del entorno, sacó la artillería pesada para intentar contener los daños, con un aumento ingente del gasto —para sostener el empleo, las empresas y las familias y atender las crecientes necesidades sanitarias— que fue aparejado a una caída repentina de los ingresos por la hibernación de la actividad.

El mismo Banco de España revisó hace menos de un mes sus previsiones. Tras estimar inicialmente un hundimiento de entre el 6,6% y el 13,6% para 2020, decidió reducir la horquilla entre un 9% y un 11,6% e introducir un escenario más severo, en el cual el PIB retrocedería hasta el 15,1%. El pasado martes, el supervisor añadió más detalle a sus cálculos: auguró un desplome de entre el 16% y el 21,8% para el segundo trimestre, frente a un nada desdeñable 5,2% que el INE ha estimado para los primeros tres meses del año —y que solo recoge el impacto de la las primeras dos semanas de confinamiento—.

La deuda subirá al 124%

Este hundimiento de la actividad dejará una factura mastodóntica para las futuras generaciones. El FMI estima que la ratio de deuda sobre el PIB, que en 2019 cerró en un 95,5%, escale casi 30 puntos a lo largo del año, hasta el 123,8% —frente al 115,5% estimado por el Gobierno—, para elevarse al 124,1% en 2021. Se trata de cotas nunca vistas desde finales de 1800, que alejan aún más la posibilidad de volver a los guarismos anteriores a la crisis de 2008, cuando el volumen de pasivo se encontraba en un holgado 35%. La Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (Airef), organismo encargado de velar por la sostenibilidad de las cuentas públicas, estima que harán falta décadas para devolver la deuda a niveles anteriores a la covid-19 y habrá que esperar hasta 2050 para rebajarla hasta el 60% del PIB, el objetivo que marca Bruselas en el Pacto de Estabilidad y Crecimiento.

Asimismo, el déficit —la diferencia entre los ingresos y los gastos de las Administraciones Públicas— se disparará hasta un histórico 13,9% en 2020, de acuerdo con el FMI, para reducirse al 8,3% al año siguiente como efecto del avance de la economía. El desfase presupuestario, que en 2019 fue del 2,8%, ha sido una de las teclas más dolorosas para España los últimos años. Los elevados números rojos que empezó a acumular tras estallar la crisis financiera la llevaron a estar durante una década en el brazo correctivo de la UE, del cual solo salió el año pasado, y redujeron su margen de actuación ante la crisis.

Por ello, organismos como el Banco de España y la Airef, y hasta cierto punto la misma Comisión Europea, reclaman que el Gobierno ya empiece a diseñar —y a aplicar cuando la economía empiece a recuperarse, para no castigar el crecimiento— una política de ajustes que permita sanear las cuentas. Y estar más preparada si llega un nuevo tsunami. Madrid. El País/Laura Delle Femmine.

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