Más de 300 periódicos de Estados Unidos denuncian los ataques de Trump a la prensa

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Desde ‘The Boston Globe’ y ‘The New York Times’ hasta pequeños diarios locales publican de forma coordinada editoriales en defensa de la prensa libre

En una actuación coordinada sin precedentes, más de 300 periódicos estadounidenses publican este jueves editoriales en defensa de la libertad de prensa frente a la ofensiva despiadada de Donald Trump contra los medios de comunicación. Con diferentes palabras y opiniones, pero con un mismo mensaje, las publicaciones, la mayoría locales, se han puesto de acuerdo para decir a sus lectores, a la sociedad y al presidente que no son enemigo de nadie. La respuesta de Trump ha sido redoblar su cruzada: “Los medios de comunicación falsos son el partido de la oposición. Es muy malo para nuestro gran país. ¡Pero estamos ganando!”, ha escrito en Twitter.

La iniciativa surgió el pasado viernes por parte de The Boston Globe que convocó a todos los periódicos de EE UU que quisieran sumarse a publicar editoriales, este jueves, respondiendo al insulto más grave de Trump contra la prensa: a la que llama “enemigo del pueblo”. En un país donde la libertad de expresión es un principio sagrado blindado por ley, el insulto bananero de Trump ha disparado las alarmas sobre la posibilidad de que acabe desatando violencia contra los medios. Los periodistas que cubren sus mítines ya soportan acoso y gritos durante horas por parte de sus seguidores.

Trump ha multiplicado en las últimas semanas sus ataques verbales a los medios, que también se han traducido en consecuencias prácticas, como el veto a una periodista de CNN en un acto en la Casa Blanca. Los acusa de minimizar intencionadamente sus logros y de ser deshonestos. Solo se salvan un puñado de medios conservadores afines. El republicano ha tergiversado el concepto de “noticias falsas” para tildar así cualquier información desfavorable para él. Para un político que vive de la creación constante de enemigos, los medios son un blanco atractivo para Trump. Busca un chivo expiatorio que canalice su retórica populista y socave la confianza en los periodistas. Ha surtido efecto: un 85% de republicanos consideraba en junio de 2017 que los medios tienen un efecto negativo en EE UU frente un 68% en 2010, según una encuesta de Pew Research.

“No hay nada que quisiera más para nuestro país que una verdadera libertad de prensa. Es un hecho que la prensa es libre de escribir y decir lo quiera, pero mucho de lo que dice son noticias falsas, impulsando una agenda política o simplemente tratando de dañar a la gente. ¡La honestidad gana!”, escribió esta mañana en Twitter. En otro mensaje, atacó directamente a The Boston Globe. Se burló de sus problemas financieros en el pasado y de embarcarse en una “colusión con otros periódicos por una prensa libre”.

Los medios de comunicación, dispuestos a indagar a fondo en un sinfín de asuntos, son una amenaza para cualquier presidente. Todavía más para Trump, que sufre una sensibilidad extrema a cualquier reproche y tiene tendencia a mentir (dice de promedio 16 falsedades o medias verdades cada día, según un registro de The Washington Post). Por ejemplo, fue la prensa la que destapó una cinta de Trump en 2005 en que despreciaba a mujeres, reveló numerosas reuniones secretas entre el entorno del republicano y personalidades rusas o descubrió las irregularidades en la Fundación Trump.

“Reemplazar a medios libres por medios gestionados por el Estado ha sido siempre la primer orden de cualquier régimen corrupto que toma un país. Hoy en Estados Unidos tenemos a un presidente que ha creado el mantra de que miembros de los medios que no apoyen abiertamente las políticas de la actual Administración estadounidense son ‘el enemigo del pueblo”, escribe el Globe en su editorial. “La libertad de prensa es esencial para asegurar la libertad’, escribió John Adams. Durante más de dos siglos, este principio fundacional norteamericano ha protegido a los periodistas en el país y ha servido de modelo para otras naciones libres. Hoy está seriamente amenazado. Y envía la señal alarmante a los déspotas, desde Ankara hasta Moscú, Pekín o Bagdad, de que los periodistas pueden ser tratados como un enemigo interior”.

Por su parte, The New York Times escribió: “Insistir en que las noticias que no te gustan son noticias falsas es peligroso para la vitalidad de la democracia. Y llamar a los periodistas ‘enemigos del pueblo’ es peligroso, sin más”.

El Dallas Morning News, el gran diario conservador de Texas, se expresó así: “Si el presidente ve información errónea, tiene el derecho y el deber de denunciarlo y mostrar los datos. No vamos a fingir que todas las historias que han aparecido en todos los medios que cubren al presidente han sido impecables. Pero tampoco vamos a fingir que no está en juego aquí una cuestión más amplia, que afecta a la libertad de la prensa de cuestionar las cosas y que afecta a los verdaderos fundamentos de nuestra República”.

Una explicación con la que se puede identificar cualquier periodista vino del pequeño Arizona Daily Star, de Tucson: “En la práctica, los periodistas nos tragamos aburridas reuniones de gobierno y nos estudiamos las fórmulas de financiación de las escuelas públicas para que usted no tenga que hacerlo. No es una declaración tan idealista como la Primera Enmienda, pero vale igual”.

Las lista de periódicos (más de 300) que se han sumado a la iniciativa, que el Globe recoge en su web y va actualizando desde el miércoles, va desde grandes cabeceras de la política nacional hasta publicaciones con tiradas de 4.000 ejemplares, asegura el rotativo. Marjorie Pritchard, subdirectora a cargo de las páginas editoriales, dijo que espera que “haga entender a los lectores que atacar la Primera Enmienda es inaceptable”.

EL PAÍS

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