El obispo auxiliar de Managua acusa al Gobierno de Ortega de una “represión criminal”

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El gobierno sandinista castigó muy duramente a rebeldes y opositores tras la exitosa jornada de paro nacional del viernes. La respuesta de Daniel Ortega consistió en una nueva ofensiva de sus fuerzas policiales y de sus turbas paramilitares, que asediaron recintos universitarios, iglesias y barricadas rebeldes en una noche de terror, otro despiadado viernes 13 contra el pueblo nicaragüense.

El primer ataque tuvo como objetivo la Universidad Autónoma de Nicaragua (UNAN), donde resistían desde mayo decenas de jóvenes tras las barricadas. Los mismos estudiantes retransmitieron el asalto en directo, a través de las redes sociales, bajo una lluvia de balas y entre lamentos y despedidas dirigidas a sus seres queridos. “¡Mamá, perdóname, lo hice por mi patria!”, gritaba una de las chicas mientras otro compañero entonaba el himno nacional. “Nicaragua, no nos dejes morir en vano”, imploraba otro de los atrincherados. Unos documentos estremecedores que contrastan con el silencio de buena parte de los medios, bajo control de los hijos de la pareja presidencial.

El asedio era de tal magnitud que Luis Almagro, secretario general de la OEA, imploró a Ortega para que se protegiera la vida de los estudiantes. “Es inadmisible el uso de la fuerza contra la Universidad“, insistió Almagro, quien plantea el adelanto de las elecciones presidenciales para 2019, rechazado ahora por Ortega, mientras que una parte de los opositores reclaman la salida inmediata del poderdel clan familiar liderado por el ex guerrillero. Según las encuestas, el 70% de los nicaragüenses quiere que la familia Ortega abandone el poder.

Quienes a duras penas lograron huir se refugiaron en la cercana iglesia de la Divina Misericordia. De nada sirvieron las constantes invocaciones religiosas con las que Ortega y su mujer, la vicepresidenta Rosario Murillo, adornan sus discursos. Los atacantes no tuvieron misericordia de los jóvenes y atacaron con saña el templo católico, mientras caía un herido tras otro. Un periodista estadounidense de The Washington Post pudo abandonar el recinto gracias a que el sacerdote Raúl Zamora blandió una bandera de la Santa Sede para facilitar su salida.

El balance provisional de los ataques era este sábado de dos muertos, según el cardenal Leopoldo Brenes, y de un número indeterminado de heridos. Uno de ellos, Gerald Vázquez, falleció tras recibir un balazo en la cabeza. Después de muchas horas de negociaciones, muertos y heridos comenzaron a ser trasladados hasta la Catedral de Managua a bordo de ambulancias de la Cruz Roja y bajo los aplausos y las oraciones de los ciudadanos situados cerca del recinto universitario.

Silvio José Báez

@silviojbaez

Murió hace unos minutos un joven herido de bala esta madrugada que se resguardaba en la Parroquia Divina Misericordia. ¡Hay que sacar a toda la gente! ¡Hay que parar esta masacre! @Almagro_OEA2015 @PauloAbrao @totonia68 @OACNUDH @AmbCTrujillo

Ismael López@lopezismael

Disparo certezo en la cabeza. Sus companeros lloran de impotencia. Los doctores tratan de salvarle la vida.

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“Gobierno de Nicaragua atraviesa el límite de lo inhumano y de lo inmoral. Represión criminal contra civiles, la mayoría estudiantes, es condenable bajo todo punto de vista. ¡La comunidad internacional no puede ser indiferente!”, clamó monseñor Silvio José Báez, obispo auxiliar de Managua y uno de los símbolos de los rebeldes. “Es muy doloroso, hay que parar esta barbarie”, remachó.

Todo ello como si se tratara de viejos guiones de las dictaduras y de las guerras centroamericanas de siglo pasado, salpicadas por los documentos audiovisuales que proporcionan las nuevas tecnologías y de la mastodóntica operación propagandística de los medios gubernamentales, tan similar a las que se viven en Venezuela o Cuba.

Abusos del poder

Así están las cosas hoy en Nicaragua cuando se cumplen 89 días de la sublevación popular, nacida en principio como una protesta contra la reforma del seguro social, agujereado por la corrupción, y que acabó convirtiéndose en una repulsa general contra los abusos del poder. La represión sangrienta actuó como gasolina en un conflicto que ya se ha llevado por delante a entre 300 y 350 personas, según los cálculos de las organizaciones de derechos humanos.

“Es atroz que el gobierno de Ortega y sus grupos parapoliciales continúen atacando indiscriminadamente a la población civil”, denunció Amnistía Internacional.

En los casi tres meses de protestas se han vivido horrores que parecían olvidados, desde los menores de edad que caían baleados por francotiradores hasta la reaparición de los escuadrones de la muerte, armados hasta los dientes y que se desplazan a bordo de vehículos. Seis miembros de la familia de un predicador evangélico, incluidos dos niños, murieron al ser incendiada su vivienda en Managua y la marcha de las madres, con centenares de miles de personas, fue atacada por las brigadas de choque de oficialismo, provocando una decena de muertes.

El gobierno acusa de terrorismo a los rebeldes, incluso ha comenzado a detener a dirigentes opositores. El viernes fue capturado el líder campesino Medardo Mairena, quien participa en la mesa del diálogo con el sandinismo. Mairena es conocido por su lucha contra la construcción de un gran canal que atraviese Nicaragua, plan ideado por un empresario chino que ahora está paralizado y que fue denunciado no solo por lo pintoresco, sino también por las corruptelas que corrían en paralelo.

A Mairena le señalan, sin ninguna prueba, por la muerte de cuatro policías en Morrito el jueves durante una protesta opositora, que fue atacada desde el edificio de la Alcaldía, según vecinos presentes. Unos hechos muy confusos, que han servido como excusa al oficialismo para arremeter contra el líder campesino, quien estaría al frente de “grupos terroristas de la derecha golpista”.

La triple jornada de protestas continuó ayer con una caravana que recorrió Managua, tras la gigantesca marcha “Somos un volcán” del jueves y el paro nacional del viernes. El gobierno, encabezado por Ortega y Murillo, replicó el viernes una de las gestas de la revolución sandinista y se desplazó hasta Masaya con la intención de demostrar cierta fuerza en las calles.

Publicado por El Mundo

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