POR MIMI WHITEFIELD/ El Nuevo Herald. Miami
Cuba adelantó la instauración de la legislatura que terminará el mandato de Raúl Castro para este miércoles, en lugar del jueves, como se había anunciado anteriormente.
La sorpresiva decisión fue anunciada con una escueta nota oficial en el diario oficial, Granma: la determinación se tomó para “facilitar el desarrollo de los pasos que requiere una sesión de tal trascendencia”.
El gobierno del presidente Donald Trump ha echado atrás parcialmente la apertura comercial y de viajes a Cuba implementada durante el acercamiento del presidente Barack Obama, y la embajada de Estados Unidos en La Habana funciona con un personal mínimo después que Washington retiró la mayor parte de sus empleados y expulsó a 17 diplomáticos cubanos tras varios misteriosos incidentes que afectaron la salud de diplomáticos estadounidenses. La retórica anticubana de Trump también se ha intensificado.
Sin embargo, las dos partes han continuado reuniéndose periódicamente, generalmente en Washington, para tratar temas de interés común; la Guardia Costera de Estados Unidos y los guardafronteras cubanos cooperaron en un operativo este mes cuando 127 haitianos fueron hallados en un velero sobrecargado a 20 millas de la costa cubana. Los cubanos también enviaron tres camiones de bomberos y un helicóptero a la Base Naval de Guantánamo, a solicitud de los estadounidenses, cuando incendios forestales amenazaron las viviendas de esa base en febrero pasado.
El gobierno cubano también parece decidido a mantener viva la incipiente relación con Estados Unidos, especialmente si eso significa atraer a más visitantes estadounidenses que viajan libremente a la isla.
Cuando en enero se inauguró en La Habana una réplica de la estatua de bronce del héroe de la independencia cubana José Martí que está en el Parque Central de Nueva York, asistieron unos 300 invitados de Estados Unidos y el propio Castro estuvo en el evento. Estaba claro que a los funcionarios cubanos les gustó la réplica de la estatua como símbolo de la amistad entre los cubanos y los estadounidenses.
A pesar del poco personal en la embajada de Cuba en Washington, los diplomáticos cubanos todavía hacen un esfuerzo para aceptar invitaciones de todas partes de Estados Unidos y buscar amigos potenciales. Después de una reciente visita a la University of Southern Mississippi, Miguel Fraga, primer secretario de la embajada, tuiteó: “Cuba desea relaciones normales con EEUU basadas en el respeto y la buena voluntad”.
Carlos Alzugaray, un diplomático cubano retirado, dice que el sucesor de Raúl Castro probablemente seguirá el mismo camino: “resistencia a la presión y listo para continuar con los acuerdos existentes si la administración Trump está lista para seguir adelante”.
Desde que Trump asumió el cargo, delegaciones de Estados Unidos y Cuba han participado en casi dos docenas de reuniones sobre temas como migración, salud pública, lucha contra las drogas, protección ambiental, aplicación de la ley, agricultura, tráfico de personas y fraude migratorio, fugitivos de la justicia, seguridad cibernética, lavado de dinero, seguridad marítima, aviación civil y derechos humanos. Esos diálogos e intercambios técnicos comenzaron bajo la apertura que propició Obama.
“Estas reuniones brindaron la oportunidad de abordar temas que promueven los intereses de Estados Unidos y el pueblo cubano”, dijo un portavoz del Departamento de Estado.
Durante el gobierno de Obama, las reuniones generalmente se rotaban entre Washington y La Habana, pero desde el 29 de septiembre, cuando el ex secretario de Estado Rex Tillerson ordenó la salida de todo el personal no esencial de la embajada de Estados Unidos en Cuba, casi todas las reuniones e intercambios entre los dos países han ocurrido en Estados Unidos.
Algunas de las reuniones se han realizado en el sur de la Florida, donde Trump anunció en junio pasado su nueva política más dura con Cuba. Las dos partes se reunieron en Cayo Hueso para un simulacro sobre operativos de búsqueda y rescate, y en Fort Lauderdale para trabajar en un plan de respuesta a derrames de petróleo y sustancias peligrosas en el Estrecho de la Florida y el Golfo de México.
Elliott Abrams, quien trabajó en los gobiernos de Reagan y George W. Bush, quisiera que Trump revierta aún más la apertura de Obama. “El gobierno de Trump ha dejado intactos la mayoría de los grandes cambios de Obama, a pesar de la dura retórica del nuevo presidente”, dijo Abrams.
Ahora, con el sucesor de Castro —probablemente el primer vicepresidente Miguel Díaz-Canel— camino al poder, sugiere que la transición no es el momento para aligerar la política hacia Cuba. “Estados Unidos debería presionar fuertemente por el cambio una vez que Raúl se vaya, porque no está claro si el régimen podrá mantener su monopolio en el poder y negar el progreso político y de derechos humanos”, escribió Abrams en un informe de política para el Consejo de Relaciones Exteriores, del que ahora es miembro.
Pero otros dicen que el cambio de liderazgo, que será la primera vez en más de 40 años que alguien sin el apellido Castro ocupe la presidencia, es el momento para un compromiso aún mayor.
En un comentario, la Oficina de Washington para América Latina dijo: “Con aguas compartidas, desafíos compartidos y amenazas compartidas, Estados Unidos debería mantener y profundizar su cooperación con Cuba cuando el primer vicepresidente Miguel Díaz-Canel asuma su nuevo cargo de jefe de Estado en la isla. De lo contrario, sólo se pondrán en peligro los intereses nacionales de Estados Unidos y se amenazará el progreso logrado en áreas importantes de interés mutuo”.
No está claro hasta dónde querrá comprometerse el propio Díaz-Canel. Aunque algunos observadores cubanos especulan que tiene puntos de vista moderados y sigue en sintonía con el Partido Comunista, se espera que Raúl Castro continúe dirigiendo el partido después de la transición.
En un video de una reunión de miembros del Partido Comunista que se filtró y se publicó en YouTube el año pasado, Díaz-Canel dijo: “El gobierno de Estados Unidos invadió Cuba, impuso el bloqueo [embargo]e impuso medidas restrictivas. Cuba no hizo nada de eso, así que a cambio de nada tienen que resolver esas asimetrías si quieren relaciones y si quieren la normalización de las relaciones”.
Durante el deshielo de Obama, los cubanos se comportaron como si tuvieran todo el tiempo del mundo para trabajar en mejores relaciones con Estados Unidos y parecían reaccionar con tibieza ante algunas de las propuestas de Obama para aumentar los lazos comerciales. Asumieron que Hillary Clinton ganaría las elecciones presidenciales del 2016 y tendrían ocho años para trabajar en la normalización.
En cambio, llegó Trump, que tenía una deuda política con los cubanos de línea dura que querían retrasar la apertura.
Durante las conversaciones en el 2015 para restablecer las relaciones diplomáticas después de más de medio siglo de hostilidades, los cubanos negociaron firmemente los términos de la reapertura de las respectivas embajadas, por temor a que Estados Unidos usara la sede diplomática para alentar a los disidentes e intensificar las actividades de espionaje.
Pero ahora Cuba parece estar mucho más interesada en tener una embajada de Estados Unidos con personal completo en La Habana. Después que Estados Unidos decidió reducir su misión diplomática, el diario oficial Granma publicó una lista de 10 razones por las que ambas embajadas deberían funcionar normalmente. La primera razón es que la falta de servicios consulares afecta a “decenas de miles de cubanos que desean viajar a Estados Unidos por diversos motivos”.
Algunos observadores de la situación cubana dicen que la lentitud de La Habana durante el gobierno de Obama hizo que a Trump le resultara más fácil echar atrás algunas de esas políticas.
“Tal vez no se dieron cuenta de cuán significativa pudo haber sido la apertura de Obama”, dijo Jay Brickman, vicepresidente de servicios a gobiernos y del servicio de Cuba en Crowley Maritime, empresa que presta servicio de transporte marítimo a Cuba desde Port Everglades.
“En mi opinión, hay cosas que los cubanos podrían haber hecho de otra manera y que hubieran dificultado a Trump hacer lo que hizo, como abordar las reclamaciones de Estados Unidos contra Cuba, lo que habría logrado un apoyo más amplio dentro del Partido Republicano para continuar los avances en las relaciones“, dijo Richard Feinberg, profesor de Economía Política Internacional en la Universidad de California en San Diego.
Es muy posible que las cosas no mejoren para Cuba con la designación de Mike Pompeo como nuevo secretario de Estado y John Bolton como el nuevo asesor de Seguridad Nacional de Trump.
En el 2002, Bolton, entonces subsecretario de Estado para el Control de las Armas, acusó a Cuba de compartir tecnología de armas biológicas con otros “estados canalla”, un reclamo que nunca fue corroborado. Bolton tiene un historial de favorecer las sanciones y ha dicho que no“ofrece zanahorias” cuando negocia con estas naciones.
Pompeo ha sido muy crítico del acercamiento de Obama a Cuba, que calificó de “equivocado” y que ofreció demasiadas concesiones con muy poco a cambio. Pero el jueves, durante su audiencia de confirmación en el Senado, Pompeo indicó que estaba a favor de aumentar el personal estadounidense en la embajada de La Habana.
“El verdadero cambio de juego puede ser si Pompeo realmente cumple lo que dijo en su audiencia de confirmación, no lo que sucederá en Cuba después del 19 de abril”, dijo Alzugaray.
Con las relaciones entre Estados Unidos y Cuba en una pausa, y en momentos que Venezuela, el principal aliado de la isla, está en medio de una crisis económica, Cuba ha estado cortejando a otros socios económicos potenciales. Entre los visitantes recientes a la isla están el ministro de Relaciones Exteriores saudita, Adel Aljubeir, y Nguyen Phu Trong, secretario general del Partido Comunista de Vietnam.
La Alta Representante de la Unión Europea, Federica Mogherini, visitó Cuba en enero y un consejo conjunto programado para mediados de mayo con la UE podría dar como resultado una mayor cooperación en áreas como la energía renovable, la agricultura sostenible y la cultura. Japón también abrió recientemente una oficina de cooperación internacional en La Habana.
“Creo que tienen que hacer nuevos amigos. No tienen un santo patrón en este momento”, dijo Brickman, de la empresa de servicios marítimos Crowley. “Eso refuerza la idea de que no puedes poner demasiados huevos en una canasta porque no sabes lo que sucederá”.