Honduras contabiliza 313 menores separados de sus padres bajo programa “tolerancia cero”

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Tegucigalpa – La directora general de la Protección al Hondureño Migrante, Liza Medrano, informó este jueves que se han logrado identificar al menos 313 menores hondureños separados de sus padres bajo el programa tolerancia cero que promueve el presidente estadounidense Donald Trump.

-Cerca de tres mil menores han sido separados de sus padres desde abril cuando se implementó el programa tolerancia cero.

-El gobierno hondureño ha exigido la pronta reunificación de los núcleos familiares separados tras cruzar la frontera sur de EEUU.

En ese sentido, la funcionaria hondureña refirió que en total son 289 las unidades familiares de nacionalidad hondureña separadas bajo la tolerancia cero que se promueve desde la Casa Blanca.

Sin embargo, acotó que podrían ser más los menores hondureños separados de sus padres tras cruzar la frontera que divide a México de Estados Unidos.

“Hemos podido identificar caso por caso de los hondureños, si bien es cierto no tenemos el total, pero hasta el momento tenemos 313 niños hondureños que fueron separados de sus padres, es decir 289 unidades familiares”, pormenorizó Medrano durante su participación en el programa Frente a Frente de Televicentro.

La funcionaria enfatizó que como autoridades exigen la pronta reunificación de estas unidades familiares.

Cerca de tres mil menores fueron separados de sus padres desde que en abril pasado la Casa Blanca decidiera adoptar el programa “tolerancia cero” contra los inmigrantes que entraban al país irregularmente por la frontera con México, medida que finalmente fue suspendida a mediados del mes pasado por las enormes críticas recibidas.

Sin embargo, el juez federal Dana Sabraw determinó a finales de junio que el gobierno debe reunificar a estas familias y dio 14 días de plazo a la administración Trump para cumplir con la sentencia en el caso de los menores de cinco años, que expiró el pasado martes, y de 30 días para los mayores de esa edad.

Por ese motivo, en las últimas semanas las autoridades han estado trabajando a contrarreloj para poder certificar la relación familiar de los menores y sus progenitores, lo que llevó a la administración a destinar a un equipo de 230 personas para realizar pruebas de ADN que permitieran establecer el parentesco.

No obstante, el gobierno estadounidense solo ha reunido a 57 niños menores de cinco años con sus padres y ha dejado a otros 46 en espera por diferentes motivos después de no cumplir el plazo dado por la Justicia.

Hasta el momento, solo se conoce de un caso de reunificación protagonizado por un padre hondureño identificado únicamente como “José”, quien no quiso revelar su apellido por no afectar su caso migratorio.

El hondureño, de 33 años, no tuvo que esperar tanto para sentir la felicidad de volver a estar con su hija Liz de apenas cuatro años.

Sin embargo, tiene muy presente el momento en que se llevaron a su hija en un centro de detención en Texas.

Fueron detenidos el 7 de abril y, sin quererlo, se convirtieron en unas de las primeras víctimas de la tolerancia cero que ha declarado el Gobierno estadounidense a la inmigración irregular.

José contó a periodistas que era de madrugada, que estaba durmiendo junto su hija cuando llegaron varios agentes y, sin dar una justificación, le dijeron que se iban a llevar la menor.

Al entender las intenciones de los oficiales, Liz se puso a llorar y se aferró a su padre con todas sus fuerzas, tratando de evitar que se la llevaran, dice José.

“Un oficial le dijo a otro: ‘Agárrala ahora. Si no lo haces ahora, esto va a empeorar'”, recuerda José, que trató de arrancar un poco de humanidad en los oficiales para evitar la separación y les preguntó: “¿No tienen hijos?”.

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No hubo respuesta y uno de los oficiales agarró a la niña mientras ella decía “Papá, quiero quedarme contigo”.

En ese instante el mundo de José se derrumbó y su ilusión de darle una mejor vida a su hija se desvaneció.

El día que se llevaron a Liz no fue la primera vez que José sintió la tosca actitud de los agentes. Recién llegó a Texas un oficial acusó al hondureño de haber robado a Liz.

“Me dijeron que no era mi hija”, explicó el hondureño. Pero José había llegado preparado para demostrar el vínculo que tenía con la menor.

Además del certificado de nacimiento, el inmigrante tenía la tarjeta de seguro médico de la pequeña, incluso llevaba consigo una carta de autorización que la madre de Liz le dio para salir de Honduras.

Los agentes nunca le dijeron a dónde se habían llevado a la niña, tampoco le permitieron comunicarse con Liz hasta hace dos semanas cuando Elizabeth Grossman, abogada del inmigrante, logró establecer la comunicación entre padre e hija.

La niña había sido enviada a un albergue en Michigan, a miles de kilómetros de Texas y la frontera con México. Departamento 19

Proceso Digital

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